Al pobre “Pipita” Higuaín, al mismo que en las tribunas de la tele putean por tantos goles perdidos, lo mandaron a poner la cara y la puso como lo que son: quedó claro que los jugadores del once nacional que va para Rusia decidió no jugar en Israel porque la fuerte presión de sus “camisetas ensangrentadas” lo ¿asustó?, o ¿sus empresarios y representantes les avisaron que era mal negocio?
Quedó claro tras sus declaraciones, que el artillero albiceleste reconoció que por fin se hizo “lo correcto” al no ir, porque privilegiaron “la salud” (de ellos, no de los asesinados y torturados palestino) y el “sentido común”, convalidando las mentirosas palabras de comprensión manifestadas por Israel, al menos por Twitter y a través de su embajada en Buenos Aires, que terminan por afirmar que, en definitiva, los jugadores y el plantel técnico de la Selección argentina fueron víctimas de la misma “violencia” de la que serían victimas los israelíes en forma cotidiana.
Por la noche del martes, en C5N, la bolilla que faltaba. El dizque progre y opositor canal de TV, en una operación desinformativa descalificadora, propaló sin que a nadie se le corriese el maquillaje que el pedido formulado por Jibril Rajoub, el titular de la Asociación Palestina de Fútbol, de que la Selección no juegue en Jerusalén, significaba una amenaza a Lionel Messi.
“La previa”, que le dicen, a las instancias previas al Mundial Rusia 2018, suena demasiado ruidosa, sino escandalosa para la delegación que responde al tridente “Chiqui” Tapia (Hugo Moyano), “Tano” Angelici (Mauricio Macri) y Messi & Cia.
Lo reflejan desde distintas ópticas los diario Página 12, Clarín y La Nación.
“Lo correcto era no ir», manifestó Higuaín resumiendo la posición de los jugadores y el DT. En la práctica, un grupo de personas se manifestó en contra de la realización del partido mostrando camisetas argentinas manchadas con pintura roja. Netanyahu le pidió ayuda a Macri. Era el partido de la discordia y se suspendió, aunque hasta anoche no se había oficializado la medida. Al menos por parte de la AFA, cuya tesorería cobró por adelantado dos millones de dólares. La única información la brindó la embajada de Israel en Buenos Aires en un breve comunicado donde lamentó comunicar que no se jugaría. Unas horas antes, una ola de repudios se había levantado en Palestina contra la selección nacional. Lionel Messi y sus compañeros quedaron afectados por el temor y la incertidumbre. Una movilización de militantes argentinos y catalanes muy lejos de Medio Oriente, completó el panorama. Los cuestionó ayer durante el entrenamiento matutino en Barcelona. Mostraron camisetas albicelestes manchadas con sangre. Palestina no quería que se jugara en Jerusalén, lo siente como una provocación. Israel tomaba al encuentro como un evento más por el 70º aniversario de la fundación de su estado. Los cambios de la sede de Haifa a Tel Aviv y de ésta a la ciudad santa terminaron por componer un sainete con connotaciones políticas evidentes. El fútbol quedó tironeado otra vez en el marco de un conflicto que tiene posiciones irreconciliables. Gonzalo Higuaín expuso el sentimiento del equipo argentino: «Obviamente primero está el sentido común, así que creemos que lo correcto era no ir”, publica este miércoles el colega Gustavo Veiga en Página 12; y añade: El amistoso se iba a disputar en el estadio Teddy Kollek de Jerusalén, donde antes se levantaba una aldea palestina. Está enclavado en la parte occidental de la ciudad y ahí juega de local el Beitar Trump Jerusalén, uno de los clubes más populares de Israel. El nombre del presidente de los Estados Unidos se lo agregó su dueño el mes pasado. Lo hizo en reconocimiento al gesto del magnate de trasladar la embajada de EE.UU. a la ciudad que reivindican para sí las tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo, cristianismo e islamismo (…). Incluso, anoche circuló la versión de que Netanyahu le habría ofrecido a Macri trasladar el partido a Haifa de nuevo, la ciudad costera que iba a ser el escenario inicial. Pero su presión no surtió efecto. Los jugadores ya habían decidido. Incluso en contra de los intereses comerciales de Messi, quien mantiene un contrato de imagen vigente con una empresa israelí. Se trata de Sirin Labs, de la que se transformó en su embajador en diciembre de 2017. Es una startup de ese país que desarrolla productos electrónicos. En una publicación de Facebook, la compañía detalló: “lo elegimos por su capacidad de llevar el mensaje a un público más amplio”. Moshé Hogeg, el CEO de la sociedad, declaró en aquel momento que había llegado al futbolista por el ex presidente del club Barcelona, Joan Laporta, uno de los asesores de Sirin Labs. Otra empresa fue la que organizó el partido ahora suspendido. Comtec Group, que entre sus clientes tiene al club Barcelona, tal como indica el escudito blaugrana en su página corporativa. Su dueño se llama Danny Benaim. Un hombre de negocios con llegada a Jorge Messi, el padre del mejor jugador del mundo. De ahora en más restará determinar si estos vínculos comerciales se verán afectados o no.
El martes a la tarde, desde su boletín digital dedicado al Mundial, Clarín afirmaba: No queda más que resignarse: a nueve días del arranque del Mundial estamos obligados a prestarle atención a cuestiones que poco o nada se relacionan con el juego. En ese sentido, la jornada de hoy entregó noticias de las fuertes, y nada menos que con la Selección argentina como protagonista: por decisión de los futbolistas se canceló el amistoso que Argentina jugar el sábado en Jerusalén ante Israel, aunque a esta hora se barajaban algunas opciones para reflotarlo. El partido estaba anunciado para el sábado a las 15.30 de Buenos Aires, pero la preocupación de los futbolistas argentinos en torno a la seguridad durante su estadía en Israel, cierto clima creado en las redes sociales y la escasa predisposición que había mostrado el entrenador Jorge Sampaoli a la realización del amistoso, armó un cóctel que derivó en su cancelación (…). La jornada, en realidad, había arrancado con otra complicación en la agenda blanquiceleste: por la mañana, el Vaticano anunció la suspensión de la audiencia que el Papa mantendría mañana con la Selección, que decidió no viajar a Roma. ‘La audiencia de Francisco con la selección argentina prevista para mañana ha sido desconvocada. ¡Les esperamos con alegría cuando vuelvan con la Copa!’, señaló el portavoz del Papa a través de Twitter. ¿Será sólo un deseo o habrá algún guiño celestial que el común de los mortales desconocemos?.
Por su parte, el notable periodista deportivo Ezequiel Fernández Moores publicaba este mismo miércoles su columna en el diario La Nación, “Un día empezará el Mundial”, que, pos su calidad, pasamos a reproducir: «¿Y qué hacer cuando ya no hay tiempo?», pregunta el auditorio de Buenos Aires a James Kerr. El autor de Legado, gran libro sobre la construcción de los últimos All Blacks, responde que «si no hay tiempo hay que crear el tiempo». Y cuenta que un día, una fuerza de élite fue convocada a una misión urgente. Todo apremiaba. Sin embargo, antes que mostrarles por última vez el terreno, el jefe de la misión decide que sus hombres, profesionales curtidos, vayan al bar. Autoriza que tomen alcohol. Quiere que, simplemente, se relajen. Que se conozcan mejor entre sí. Que hablen de sus hijos, padres y parejas. Que profundicen vínculos, compromisos afectivos. Y que sepan entonces que, cuando defiendan al compañero, defenderán también a los hijos, padres y parejas de ese compañero, porque ya conocerán a cada uno de ellos por su nombre. Ante la imposibilidad de un entrenamiento más adecuado, el jefe apuntó al corazón colectivo.
Un documental mostraba años atrás cómo matizó su trabajo Alemania en el último Mundial de Brasil. Las imágenes mostraban tardes libres, golf, piscina, sol y hasta excursiones para conocer tribus del Amazonas. Fue la selección que terminó siendo campeona. Uno-cero a la Argentina de Alejandro Sabella. Si Argentina ganaba, esas mismas imágenes hubiesen sido utilizadas en sentido contrario. Como podrá suceder con la foto acaso inoportuna de Cristian Ansaldi en el jacuzzi con su mujer. «Si Ansaldi hace un buen Mundial van a decir que hizo bien y hasta podrían tomarlo como cábala», ironizó Jorge Burruchaga. Sabe de qué habla. En México 86, Carlos Bilardo, para disgusto del médico Raúl Madero, obligó a algunos jugadores a que volvieran a comer hamburguesas en Sanborn antes de cada partido en el DF. Lo habían hecho antes del debut. Y el triunfo obligó a repetir el rito. Bilardo, además, prohibía entrenamientos. Creía que era más importante descansar. Eso sí, su selección llegó a México casi un mes antes del debut. La Argentina de Sampaoli arribará a Rusia una semana antes de su partido contra Islandia.
No hay previas que garanticen triunfos. Aquella selección de Bilardo, sobrevivió en pleno Mundial a reuniones duras del plantel, sin la presencia del técnico, y con el propio Maradona reclamándole a sus compañeros que, si era necesario, «simplemente, no le tenemos que dar más pelota» a Bilardo. Ese asambleísmo constante terminó fortaleciendo al grupo. Y un momento que muchos consideran aliviador no fue en una práctica, sino en un cumpleaños, cuando Bilardo bailó desatado con Héctor Enrique y hasta Jorge Valdano, Daniel Passarella y Ricardo Bochini, los «bilardistas» del grupo, se unieron al canto de «boron bon bón, boron bon bón, es el equipo del Narigón», mientras el DT, desconocido, contorsionaba caderas a nivel del piso y todos estallaban de risa. La gran Holanda de los ’70 llevó parejas de los jugadores a la concentración. Y Pep Guardiola, amigo de la no concentración y los días libres si huele desgaste, defendió su sistema cuando el Kun Agüero aprovechó y fue a Holanda a un recital de Maluma. El taxi que lo llevaba al aeropuerto chocó, el Kun se fracturó una costilla y estuvo dos meses parado. «Yo no soy la policía. Pienso que los días libres son para ser felices», dijo Guardiola en la conferencia de prensa siguiente.
Hoy se vive en las redes sociales. Sería entonces viral, y desataría un escándalo, la imagen de jugadores bromeando entre ellos y haciendo fila para pagar en un local al que habían concurrido en un día libre. Le sucedió a un gran equipo en tiempos pasados, cuando las fotos no eran selfies. Cuando también el dinero y la política influían, pero no arrasaban la opinión de los especialistas sobre cómo planificar la mejor preparación nada menos que antes de un Mundial, como sí sucedió en estos días. ¿Había sido necesario tensar la cuerda y jugar, a una semana del debut, en Jerusalén, justo en medio de las protestas porque Israel y Estados Unidos desafiaron resoluciones de la ONU que agravaron protestas en Palestina? Es cada vez más difícil cuestionar la política del gobierno israelí sin ser tachado de antisemita. Mejor acusar al otro de «politizar» el deporte. Ni siquiera darle voz. Y quejarse luego porque grita.
No es la de Argentina la mejor previa para un Mundial. Vaticano, Jerusalén, política, dinero, cambios de último momento, micrófonos enojados porque la competencia tiene derechos de exclusividad. Releo una hermosa carta que el DT alemán de Liverpool, Jurgen Klopp, le escribió semanas atrás a los periodistas ingleses. Les dice que no tienen por qué recordarle a su joven y promisoria selección que Inglaterra ganó su último Mundial en 1966. Que no tienen por qué actuar como «hinchas» ni esconder errores, pero les pide que comprendan que, seguramente, ayudarán al talento de sus jugadores si reducen la presión. No habla de Maradona ni de 1986, claro. Es Inglaterra. Klopp les dice que ayudarán a que el equipo «escriba su propia historia» si acaso quitan de sus teclados los números «1966».