.
Por Agustín Espada / Cuando se hablaba del futuro de Guillermo Barros Schelotto como director técnico enseguida se relacionaba sus primeros pasos en el fútbol grande con un seguro ciclo por Gimnasia y Esgrima de La Plata o –en un caso un poco más arriesgado en caso de emergencia- Boca Juniors. Sin embargo, ninguno de estos clubes fue el lugar indicado, y elegido, por el Mellizo y su hermano –Gustavo- .
Lanús fue el club que decidió brindarles la confianza para desandar sus primeros pasos como cuerpo técnico en una apuesta mutua. Por primera vez en mucho tiempo, la dirigencia –encabezada por su presidente Nicolás Russo- decidía finalizar con el proyecto de técnicos “de la casa” para contratar a un técnico sin pasado en la institución. De esta forma, luego de Ramón Cabrero, Luis Zubeldía y Gabriel Schurrer, en junio del presente año Guillermo y compañía arribaron al club.
El arranque del Torneo Inicial 2012 fue muy discreto para el conjunto del sur bonaerense, habiendo ganado tan sólo tres encuentros de los primeros nueve, el técnico era mirado de reojo por el público. Lo que todavía mantenía firme al proyecto eran los triunfos conseguidos ante Vélez Sarsfield y Boca además del apoyo y el respaldo que la dirigencia le brindaba a Guillermo más allá de los resultados.
Más allá de tener un plantel rico técnicamente, uno de los mayores puntos que se le cuestionaba al multicampeón como jugador con el Xeneixe era la decisión de excluir del once inicial a un ídolo del club: Diego Valeri –artífice principal del único campeonato de Primera División logrado por la institución en el Apertura 2009-. Guillermo Barros Schelotto decidió apostar por la virilidad y la juventud de dos jugadores que ya se encontraban en el plantel y que le devolvieron la confianza ampliamente: Guido Pizarro –volante central proveniente de las divisiones inferiores- y Mauricio Pereyra –volante creativo uruguayo que se encontraba en el club desde 2011-.
De esta forma, el técnico optó por lo que no muchos entrenadores hacen cuando los resultados no le son faborables: mantuvo la misma idea de juego con los mismos intérpretes. Paolo Goltz y el venezolano Oswaldo Vizcarrondo fueron los pilares de la defensa menos vencida en el torneo –tan sólo 10 goles en contra- y respaldaron a Agustín Marchesín en el arco. Matías Fritzler fue el eje del equipo a lo largo de todo el campeonato y el mejor jugador, rodeado por el mencionado Pizarro y el paraguayo Víctor Ayala a su izquierda – refuerzo que llegó en junio recomendado y elegido por Gustavo por haberlo dirigido como ayudante de campo de Gregorio Pérez en Libertad de Paraguay- lograron no sólo proteger el arco propio sino generar juego para alimentar al único hombre de punta definido que tenía el equipo.
Es en este sector del campo, la delantera, donde se pueden observar los mayores inconvenientes del equipo dirigido por el ex jugador de 39 años. Silvio Romero, el elegido para ser el hombre de área del equipo, tan sólo convirtió cuatro goles en todo el torneo. Por otro lado, Mario Regueiro, figura del equipo que se acomodó por detrás de su posición en condición de asistidor, sólo anotó en tres ocasiones. La apuesta por el goleador del pasado torneo de la B Nacional, Gonzalo Castillejos, no salió como los mellizos lo esperaban: participó en todos los partidos y tan sólo hizo dos goles. Además, Silvio Romero no es un jugador que se caracterice por sus buenos movimientos dentro del área, sino que son su potencia y velocidad los puntos destacables de su juego.
De todos modos, las siete victorias consecutivas enarboladas entre la 10ma y la 16ta fecha le dieron a Lanús la posibilidad de candidatearse en el tramo final del Torneo Inicial 2012. Junto con Newell’s Old Boys, Belgrano de Córdoba y Vélez se debatieron hasta el final la posibilidad de lograr el título aunque el “Grana” fue el equipo que peor rendimiento tuvo en las últimas tres fechas: empató frente a Estudiantes como local, perdió frente a River –en el partido que lo dejó sin chances y le dio la coronación a Vélez Sarsfield- y volvió a las tablas en el último encuentro frente a San Lorenzo de Almagro.
Más allá de su tropiezo en el tramo final del campeonato, Lanús fue uno de los equipos que mejor fútbol desplegó –fue el caso del triunfo frente a Independiente por 2 a 0 o frente a Belgrano con el mismo marcador ambos en condición de visitante- y tal vez fue esa la razón por la cual los dirigentes de Boca Juniors pensaron en él para reemplazar al cuestionado Julio Falcioni.
Es un hecho para destacar dentro de nuestro fútbol, tan bastardeado últimamente por la ruptura de contratos y la interrupción de proyectos técnicos, que Guillermo haya decidido devolver la confianza al club que le abrió las puertas para su primera experiencia en la dirección técnica y rechazar de plano la posibilidad de dirigir al conjunto Xeneize.
Un club modelo y faro del conurbano bonaerense como Lanús ha descubierto en Guillermo un entrenador a su medida: de palabra y con perspectiva a futuro.