¿Será que la ministra de Seguridad de Mauricio Macri acá ordena palos, gases y tiros, que tira a matar, por orden de Estados Unidos, o como entrenamiento? Vaya uno o una a saber, pero lo cierto es que unos 430 agentes adicionales se encuentran desplegados este miércoles en los vecindarios más afectados por tiroteos en la ciudad estadounidense de Chicago, tras registrar el fin de semana de mayor violencia en los últimos dos años.
El superintendente de policía de la urbe, Eddie Johnson, anunció que esas fuerzas se encuentran en cinco de los distritos más golpeados: Ogden, Harrison y Austin, en el lado oeste, y Calumet y Gresham, en el sur, según consignó la agencia Prensa Latina.
La cifra de oficiales adicionales se incrementará a 600 durante los fines de semana, indicó Johnson este martes en una conferencia de prensa junto al alcalde de la mayor ciudad del estado de Illinois y la tercera del país, Rahm Emanuel.
Para cumplir con este incremento en la demanda de personal, algunos oficiales de barrio deberán extender sus horas de trabajo durante los turnos regulares, mientras los agentes de unidades tácticas de esos distritos tendrán sus días libres cancelados, explicó Johnson.
Tales medidas se adoptan después de que, según datos del diario Chicago Tribune, desde las 15:00 hora local del pasado viernes hasta las 6:00 del lunes recibieron disparos 74 personas, de las cuales murieron 12.
Esas cifran hacen de ese fin de semana el más violento al menos desde 2016, año en el que los homicidios en la urbe registraron números récords en dos décadas.
Además, durante domingo último 47 personas fueron víctimas de armas de fuego, la mayor cantidad registrada en un solo día desde septiembre de 2011, cuando el Tribune comenzó a rastrear cada tiroteo en Chicago.
Pese a los datos de esas jornadas, la urbe ha visto disminuciones en los últimos meses tanto en los tiroteos como en los homicidios.
Hasta el domingo, Chicago reportaba 327 asesinatos por armas de fuego en 2018, una reducción del 20 por ciento en comparación con los 411 del año anterior para esa misma etapa, mientras se contabilizaban mil 426 incidentes de disparos, 300 menos que en 2017.
Sin embargo, esos números, alimentados en gran medida por la actividad de las pandillas callejeras, aún son peores que los de las dos ciudades más grandes del país, Nueva York y Los Ángeles.