El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, a cargo de Julio Alak, accedió esta tarde a brindarle protección a uno de los testigos y querellantes de la megacausa Campo de Mayo, Alberto Calvo, quien el jueves pasado fue atacado en su casa de Zárate por dos personas que simularon un robo.
Así lo confirmó el propio Calvo a AgePeBA y destacó la rápida respuesta que le dieron desde la cartera tras denunciar el hecho ante la Fiscalía Nº 1 de Zárate y ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 5 de San Martín, que lleva a cabo el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en jurisdicción de Campo de Mayo.
“Que el Ministerio de Justicia acuda en mi asistencia es un logro de la democracia”, dijo y explicó que pidió protección sobre todo por la “seguridad de la gente joven que esta alrededor mío”.
Calvo dijo a esta agencia que el mensaje que le dieron sus agresores fue: “Vos no estas seguro en ningún lado porque a las dos y media del día, nosotros entramos con total facilidad a tu casa y hacemos lo que queremos”.
“Me demostraron que podían matarme si querían, que podían robarme o que podían hacer cualquier cosa que se les antojara. Sin embargo, sabían hasta dónde llegar porque sólo me dieron dos o tres patadas para que no levante la cabeza”.
Al hacer la denuncia, la víctima vinculó a sus agresores con personal de la Marina, ya que tenían “unas botas negras bien lustradas y con suela de goma” y portaban armas largas que podrían ser calibre 45, armas reglamentarias de esa fuerza. También sospecha que los atacantes realizaron tareas de inteligencia antes de perpetrar el ataque.
“Ellos saben lo que yo he declarado en diferentes juicios y no quieren que lo siga haciendo, pero no van a poder evitarlo. Declarar es una obligación que tengo para conmigo mismo y quiero hacerlo a costa de lo que sea, porque si no luchamos y no mantenemos la memoria van a buscar una situación similar a la del ‘76”, dijo Calvo.
Las dos personas que ingresaron al domicilio de Calvo, ataron de pies y manos a su madre, rompieron el vidrio del frente de la casa, tiraron muebles y libros al piso, simulando la escena de un robo, cuando en realidad no se llevaron nada. Incluso revisaron el pantalón de la víctima, en el que había unos 400 pesos, pero tampoco los robaron.
Calvo recordó que “fueron muy rápidos y cautelosos” y que “en ningún momento hablaron como hablan los ladrones, ni siquiera dijeron malas palabras”.
“Fue un claro mensaje intimidatorio… Vieron grandes cantidades de dinero en mi casa y en la parte en la que vive mi madre y no se llevaron ni un peso. Vinieron a darme un mensaje que saben que yo entiendo y que ellos saben dar”, sintetizó.
Calvo ya había recibido amenazas por participar como testigo en diversas causas contra delitos de lesa humanidad en San Nicolás, La Plata y Avellaneda, pero el último fue el más significativo.
“Estos episodios son de esperar porque con el gobierno de Néstor Kirchner y con la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida avanzamos mucho. La Argentina es el país sudamericano que más ha avanzado en materia de derechos humanos, más allá que algunas puertas sigan cerradas”, comentó.
En la causa Campo de Mayo que está en curso en San Martín se juzga al ex comandante de Institutos Militares, Santiago Omar Riveros; al ex jefe del Arsenal Naval de Zárate, Sergio Buitrago, al prefecto Servando Ortega; y al ex comisario Juan Fernando Meneghini. El Tribunal a cargo de Alfredo Ruiz Paz, María Claudia Morgese Martín y Marcelo Díaz Cabral escuchará los alegatos de las partes a partir del próximo 31 de julio.