Por Ariel Spini/Otro domingo especial, otro superclásico con mucho más que tres puntos en juego y otra deuda que agiganta el pasivo futbolístico de Boca Juniors y River Plate. Los dos rivales históricos volvieron a verse las caras en la Bombonera para ser los principales protagonistas de la decimosegunda fecha del Torneo Final – Copa Juana Azurduy. Todo el color y las expectativas en torno al encuentro no fueron subsanadas por ninguno de los equipos que reflejaron su pobre actualidad.
Xeneixes y Millonarios tuvieron esta tarde la posibilidad de dejar de lado las falencias para adueñarse de una alegría que modifique el horizonte. Sin embargo cayeron en errores viejos, que a medida que transcurren los encuentros se afianzan como sello característico de los clubes.
Los de Carlos Bianchi no lograron revalidar el desempeño del pasado miércoles por la Copa Libertadores. La idea futbolística del dueño de casa se resumió en pelotazos frontales para que los delanteros intenten generar peligro de gol. No obstante, las escasas oportunidades que los jugadores buscaron asociarse, generaron dolor de cabeza para el rival e incluso llegaron a anotarse en la red.
En la vereda de enfrente la historia no fue distinta, los de Ramón Díaz volvieron a dejar una clara marca de la ausencia de una ideología de juego que sostenga los 22 puntos obtenidos. La visita no prevaleció en el eje del campo y las pocas situaciones de riesgo fueron causadas por errores de la defensa de Boca. Sin un líder que se encargue de manejar los hilos del equipo dentro del campo de juego la actualidad del Millo tiene mayor cercanía a hechos azarosos que a méritos propios del conjunto.
Hoy ni Boca, ni River se encuentran cerca del lugar que soñaron cuando regresaron Bianchi y Díaz respectivamente. La deuda con el fútbol se agranda a medida que pasan los segundos y los equipos caen en recursos de poca inteligencia para tratar de obtener un triunfo. El superclásico reflejó el triste presente de ambas instituciones que, en el pasado, supieron ser quienes marcaban el ritmo de juego en el país.